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Colombia, Jamaica y Panamá forjan alianza para enfrentar crisis de contaminación urbana por plásticos

La iniciativa de 42 millones de dólares forma parte de un enfoque holístico para mejorar la circularidad en las ciudades.

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Foto de Dustan Woodhousen - Unsplash

En un esfuerzo de colaboración sin precedentes, los gobiernos de Colombia, Jamaica y Panamá han emprendido una iniciativa de 42 millones de dólares destinada a frenar la creciente amenaza de la contaminación plástica que impacta los entornos costeros y urbanos.

El proyecto, encabezado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y apoyado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), representa un paso crucial para abordar la crisis de la contaminación de los residuos plásticos.

Al frente de esta colaboración, las ciudades de Barranquilla y Cartagena en Colombia, Kingston y Montego Bay en Jamaica, y Ciudad de Panamá y Colón en Panamá actuarán como catalizadores del cambio. Mediante una combinación innovadora de reformas políticas, medidas fiscales y la participación del sector privado, estas ciudades pretenden reducir drásticamente el consumo de plásticos innecesarios o tóxicos, prohibir la quema de plásticos al aire libre y establecer sistemas sólidos de reutilización y relleno.

Carlos Manuel Rodríguez, consejero delegado y presidente del FMAM, dijo respecto a esta iniciativa: "La adopción de la circularidad es el núcleo de nuestro trabajo en las ciudades como arma poderosa en la lucha contra la contaminación por plásticos. Al imaginar de nuevo nuestro enfoque sobre el consumo y los residuos, podemos salvaguardar nuestros ecosistemas marinos y empoderar a otros en toda América Latina y el Caribe para que hagan lo mismo. La prevención es protección".

Una rápida transición a una economía circular tendría el potencial de reducir la contaminación por plástico de los océanos en más de un 80%, no solo frenando el flujo de nuevo plástico en el medio ambiente, sino también produciendo beneficios económicos. En el transcurso de dos décadas, este cambio podría ahorrarles a los gobiernos la significativa cifra de 70.000 millones de dólares y, al mismo tiempo, generar aproximadamente 700.000 nuevos puestos de trabajo hasta el año 2040, según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Chris Corbin, director del Convenio de Cartagena, se mostró optimista con respecto al potencial transformador del proyecto, afirmando: "Esperamos que este proyecto pueda servir de modelo para su ampliación y reproducción en toda la región del Caribe, al tiempo que fomente el compromiso de los gobiernos, en el marco del Convenio de Cartagena, de controlar, reducir y prevenir la contaminación marina".

La ambiciosa iniciativa, de cuatro años de duración, pretende unir a ciudades de toda América Latina y el Caribe, fomentando un compromiso compartido con las 9 erres: reducir por el diseño, rechazar, reutilizar, reparar, reducir, reacondicionar, remanufacturar, reconvertir y reciclar. A través de este esfuerzo concertado, estas naciones están preparadas para hacer frente a la crisis de la contaminación por plástico, trazando un camino hacia una coexistencia más sustentable y armoniosa con el medio ambiente.

Una realidad es que un tercio de todo el plástico está diseñado para un solo uso, lo que da lugar a un círculo vicioso de falta de reutilización. Los datos de los informes de la ONU destacan que el uso desbordado de plásticos de un solo uso termina en una realidad en la que el 32% de los residuos se infiltran en el suelo y en los ecosistemas de agua dulce, mientras que la cifra de 10 millones de toneladas llega anualmente en los océanos. Estos números agravan la triple crisis planetaria, amplificando las amenazas del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación y los residuos.

Las proyecciones indican que, si no se toman medidas decisivas, la situación actual de contaminación por plásticos se triplicará en 2060. El concepto de circularidad, uno de los fundamentos de la iniciativa emprendida por los tres países, subraya la necesidad de extraer el máximo valor de materiales como los plásticos remodelando los paradigmas de producción, utilización y eliminación. Las economías circulares abogan por modelos de consumo sustentables y técnicas innovadoras de gestión de residuos para mitigar las consecuencias medioambientales de nuestro actual modelo lineal de "tomar, fabricar, desechar".

De acuerdo con la ONU, mientras que la economía mundial apenas alcanza el 8,6% de circularidad, América Latina y el Caribe han logrado elevar esta cifra al 10%. Sin embargo, el daño medioambiental causado por la actual trayectoria de consumo en la región es especialmente grave en los centros urbanos, ya que las ciudades en expansión contribuyen a casi el 60% de la contaminación marina por plásticos.

Fuente: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA.