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Plásticos, un sector clave en la lucha contra el cambio climático

En conjunto con las industrias del acero, el aluminio, el cemento y los alimentos, el sector de plásticos puede contribuir a reducir 45% de las emisiones de gases de efecto invernadero, de acuerdo con nuevo estudio de la Fundación Ellen MacArthur.

Plásticos, un sector clave en la lucha contra el cambio climático

Coincidiendo con la realización de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25) en Madrid, la Fundación Ellen MacArthur divulgó el artículo Completando la imagen: Cómo la economía circular ayuda a afrontar el cambio climático, en el que enfatiza la necesidad de emprender una transición esencial en el enfoque mundial frente al cambio climático. Desarrollado en colaboración con la empresa consultora Material Economics, en el estudio se afirma que el paso al uso de energías renovables aporta apenas en un 55% al problema de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y que el 45% restante se puede combatir con el aporte de industrias clave como las del acero, el aluminio, el cemento, los alimentos y el plástico.

Plásticos, un sector clave en la lucha contra el cambio climáticoCon el lanzamiento del estudio en español y portugués, la Fundación busca extender el alcance del concepto de Economía Circular, en especial en América Latina, y destacar el impacto que su adopción podría tener en la meta de reducir a cero las emisiones netas en el año 2050. “La transición hacia la energía renovable tiene un rol fundamental en la lucha contra el cambio climático, pero solamente eso no es suficiente. Para alcanzar los demás objetivos climáticos es fundamental que transformemos la manera como proyectamos, hacemos y usamos los productos y alimentos”, señala en el documento la fundadora de la Fundación Ellen MacArthur.

Transformaciones necesarias

Acorde con el concepto expresado por Ellen MacArthur, en el estudio se señala que el suministro de energía y el consumo que se hace de esta en edificios y en operaciones de transporte generan un 55% de las emisiones globales de GEI, en tanto que la proporción restante se relaciona de manera directa con la producción de los bienes y el manejo de la tierra. “Dos sectores: la industria y la agricultura, silvicultura y otros usos de la tierra (ASOU), cada uno contribuye con aproximadamente un cuarto de las emisiones de GEI mundiales”, se lee en el documento presentado en el panel presidencial sobre economía circular y cambio climático durante la conferencia COP25, en Madrid, a comienzos de diciembre.

Se hace necesaria entonces una transformación de la manera en que se producen y utilizan los bienes, que de no realizarse hará que sea imposible alcanzar las metas climáticas. Este preocupante panorama se basa en proyecciones estimadas de aumentos en la demanda de materiales industriales como el acero, el cemento, el aluminio y los plásticos, que para el año 2050 se calcula que crecerán entre dos y cuatro veces. El incremento en el consumo de alimentos se proyecta por su parte en un 42% lo que tendrá enormes repercusiones en el nivel de emisiones de GEI.  “Incluso con estrategias ambiciosas de aumentar la eficiencia energética y avanzar a fuentes de energía sin carbono, solo las emisiones de la producción de acero, cemento, aluminio y plástico alcanzarán, acumulativamente, 649 billones de toneladas de CO2 hasta el 2100”.

Si a lo anterior se suma que las emisiones generadas por producción de alimentos aumentarán en un 35% hasta el año 2050, el panorama parece aún más preocupante, “a menos que se lleven a cabo intervenciones transformadoras”, como se afirma en el estudio.

Una tarea desafiante

La economía circular, entendida como un sistema que busca desvincular el crecimiento económico del consumo de recursos finitos, basado en los principios de eliminar residuos, mantener los productos y materiales en uso, y regenerar los sistemas naturales, puede contribuir de manera decidida a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Eliminar residuos y polución desde el diseño

Con este primer principio, se busca que desde el diseño mismo se pueda garantizar que los productos y materiales se mantengan en uso o que se regeneren los sistemas naturales. Un ejemplo citado en el estudio de la Fundación Ellen Mac Arthur para el caso de los empaques plásticos señala los beneficios de un enfoque centrado en el diseño para la circularidad. “Si se aplicaran modelos y diseños de botella rellenables para las botellas del cuidado personal y la belleza, así como para la limpieza doméstica, las emisiones de GEI causadas por los empaques y el transporte se reducirían entre 80% y 85% en comparación con las botellas de uso único”.

De este principio hace parte también la noción de supresión de los residuos y de la polución optimizando la eficiencia de los materiales y de las cadenas de suministro, lo mismo que la eliminación del uso de materiales excedentes debidos a la sobre-especificación. Ejemplos de prácticas que inciden en la generación de residuos y de polución serían la utilización de entre 35% y 45% más acero del necesario en muchos proyectos actuales de construcción, o la fabricación de autos con capacidades de pasajeros superiores a las que realmente se ocupan.

La sustitución de materiales es otra medida de alto impacto para el respaldo del principio de eliminar residuos y polución. Utilizar materiales renovables, bajos en carbono o secundarios, que cumplan la misma función pero que aporten menos emisiones es una medida recomendada en el estudio. Un ejemplo en el caso de la producción de alimentos consiste en seleccionar y utilizar ingredientes que generen menos emisiones de carbono, como los de origen vegetal, o que capturen mejor el carbono, como sería el caso de los cultivos perennes en comparación con los anuales. Esta sola medida podría representar, de acuerdo con el estudio de la Fundación, una opción de mayor amplitud de comidas y productos de carbono bajo, cero, e incluso positivo.

Materiales que perduran

El principio de mantener los productos y materiales en uso requiere que el diseño considere la durabilidad, la reutilización y el reciclaje, como maneras efectivas para extender su circulación en la economía, antes de que estos regresen de manera segura a los sistemas naturales. El concepto es claro: mientras más se reutilice un material o un producto, mayores serán los ahorros de los recursos que se encuentran ya incorporados en estos, como es el caso de la mano de obra, la energía y el capital, y se evitarán, además, las emisiones de GEI que se desprenderían de la producción de un nuevo material o producto. Ejemplos concretos de este enfoque se están viendo en casos como envases de productos de cuidado personal como el champú, que en algunas marcas pueden reutilizarse hasta 20 veces, reduciendo el uso del material en aproximadamente un 95%.

El reciclaje hace parte también de este principio de perdurabilidad de los materiales, pues evita la producción de nuevo material virgen y su tratamiento de final del ciclo de vida. En el caso del plástico, se indica en el estudio que “el reciclaje de una tonelada podría reducir las emisiones entre 1,1 y 3 toneladas de CO2 en comparación con la producción de la misma tonelada de plástico proveniente de materia prima fósil virgen”.

Regenerar sistemas naturales

Este tercer principio de la economía circular busca propiciar el uso de recursos renovables y respaldar los sistemas naturales mediante la devolución de nutrientes valiosos al suelo, abriendo a la vez oportunidades para la captura de carbono. La esencia de este concepto es el mejoramiento de la salud de los ecosistemas naturales que rodean una operación agrícola o ganadera, minimizando la alteración de los suelos y aumentado el contenido de carbono en estos. Los beneficios que se desprenden de la aplicación de este concepto se traducen en el mejoramiento de la estructura de los suelos, propiciadora de un almacenamiento más eficiente del agua y de una mayor actividad biológica, que generan una fertilidad propia sin el empleo de insumos sintéticos. Los ejemplos citados en el estudio para contribuir al afianzamiento de este enfoque comprenden acciones como el uso de fertilizantes orgánicos, la rotación y una mayor variedad de cultivos, para promover la agroecología.

La economía circular abre una gran oportunidad para la industria

La responsabilidad de la industria en las emisiones mundiales de CO2 alcanza un 21% en total, y de este, la producción de cemento, acero, aluminio y plástico, representa un 60%, como resultado de los procesos de alta temperatura utilizados en su elaboración y en el cierre de su ciclo de vida.

La economía circular, afirma el estudio de la Fundación Ellen MacArthur, crea la posibilidad de enfrentar el tema de las emisiones de difícil manejo y de acelerar la transición hacia un modelo de cero emisiones de carbono. Las estrategias mencionadas como respaldo a los tres principios, y su aplicación, podrían contribuir a reducir las emisiones mundiales en el año 2050 en un 40%, equivalente a 3.700 millones de toneladas de carbono.

La industria tiene entonces un papel protagónico para jugar en la batalla contra la emisión de GEI y frente a los efectos del calentamiento global y, en particular, las empresas del sector de plásticos pueden desempeñar un rol crucial. “Los modelos de negocio que mantienen activos, productos y componentes en uso, mientras utilizan los recursos de manera eficiente y productiva, son claves para aprovechar esta oportunidad”, resume con claridad el estudio en sus recomendaciones a las empresas de los diferentes sectores de la industria.